Donosti años 60, con personajes mesetarios de los 30
Benjamin Black es el pseudónimo del escritor "serio" John Banville, que utiliza el apellido negro para escribir eso, novelas de género negro. Es muy alabado por la crítica y los lectores que aprecian al fino estilista Banville entre las líneas de las novelas de Black.
Sin embargo, he leído varias de ellas, y por alguna razón no me ha acabado de "enganchar" quizá porque el protagonista, el patólogo Dr. Quirke, dublinés de mediana edad y antihéroe por excelencia, me resulta cansino. La serie de novelas se inicia y desarrolla habitualmente en la nebulosa Dublín de los años cincuenta, con su asfixiante catolicismo, su pobreza y su alcoholismo generalizado.
En esta novela (la octava de la serie) el Dr. Quirke, está feliz y casado y es arrastrado por su esposa Evelyn, una mujer inteligente, atractiva y llena de vida, a unas vacaciones en San Sebastián. Vacaciones en el mes de abril, que se le va a hacer, a mi me parece un poco pronto para disfrutar del País Vasco, además con las continuas referencias de la gente en la playa de la Concha (si debe hacer un frío que pela, en esa época).
La acción se situará (creo, en la novela no se especifica) en los años sesenta (por el tiempo que ha pasado desde el inicio de la secuencia de las obras anteriores). Los felices esposos se hospedan en el mejor hotel de San Sebastián, y aún así el camarero del bar lleva el cuello sucio y sin planchar ¿perdone? Sr. Black o Sr. Bambille).
Me molestan sobremanera las incongruencias de tiempo-espacio. El Festival de Cine de San Sebastián se inauguró en 1953, por lo que en los 60, San Sebastián/Donosti ya era una ciudad moderna, afrancesada, como siempre lo ha sido y más abierta al mundo que el conjunto del país. Asimismo, en un establecimiento de categoría no se permitiría el cuello sucio del uniforme de ningún empleado... Otros personajes españoles o vascos también son descritos como habitantes de Las Hurdes, Tierra sin pan, de la década de los treinta (y sin el permiso de Buñuel).
Los protagonistas detectives (o pseudo-detectives, ya que este es médico patólogo) que beben en exceso me parecen un cliché excesivo y usado hasta la náusea, supongo que es una seña de identidad de la anti-heroicidad. Como he leído en otro blog, dan ganas de advertir al protagonista con un "no bebas hombre, que es malo para la salud".
La trama va de que el tal Quirke tiene que ir al hospital por un accidente tonto, y allí cree reconocer a una doctora (que es un personaje perdido de una novela anterior) que era amiga de su hija Phoebe. Quirke telefonea a su hija ¿para qué, para inquietarla? cosa que consigue y ésta se pone en marcha hacia Donosti para corroborar la identidad de la doctora, no sin haber alertado a quienes querían que esa mujer, April, permaneciera en paradero desconocido. También intervienen un policía acartonado y un asesino a sueldo chapucero.
Total: desenlace fatal (de fatalidad, no porque sea malo, que también), pero gracias tal aciago final, Quirke al que se le veía/leía medianamente feliz ya tiene motivo para volver a ser una persona amargada, infeliz, desdichada y desesperanzada y embriagada.
Lo mejor de la novela (para mí) una frase con la que su mujer, Evelyn, define a Quirke:
"Te encanta estar deprimido. Es tu versión de ser feliz".
Desde luego, el personaje es irlandés al 100%.
Leído en e-book. Puntuación: 6, porque se lee fácil.
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