domingo, 8 de septiembre de 2013

LITIO, confusión, casualidad


Los príncipes de Serendip
Algunas personas se muestran preocupadas por su nivel de litio en sangre, atribuyendo al déficit de este mineral la causa de su padecimiento: “Es que me he hecho unos análisis y me falta litio, por eso tengo depresión” o “Debo ser bipolar, porqué me falta litio”… y al indicarles que el nivel “normal” de litio es indetectable casi siempre genero más perplejidad que alivio.

Creo que este es un ejemplo de cómo la información (que en sí misma es buena) puede generar confusión y malentendido. Intentaré explicarme.

El litio, más concretamente las sales de litio, es un tratamiento usado en psicofarmacología, dentro del grupo de los denominados “eutimizantes”, que tiene unas concretas indicaciones terapéuticas:

  •  Tratamiento de la fase maníaca en el trastorno bipolar.
  • Prevención tanto de fases maníacas como depresivas en el trastorno bipolar.
  • Tratamiento coadyuvante a los fármacos antidepresivos en algunos casos de depresión, como el Trastorno Depresivo mayor recurrente.
  • Otras indicaciones, como en la denominada psicosis cicloide y también en depresión mayor resistente al tratamiento.


Por tanto, estamos hablando de un tratamiento, no de una substancia cuyo déficit provoque una enfermedad, como sería el caso de una avitaminosis (déficit de una vitamina) o el hipotiroidismo (disminución de los niveles de hormonas tiroideas).

Posiblemente la confusión se deba a dos razones:

  1.  El litio, como mineral que es, es una substancia presente en la naturaleza, es decir, no es un fármaco inventado por el hombre.
  2. Los pacientes que reciben sales de litio como parte de su tratamiento, deben ser monitorizados para conocer el nivel plasmático (litemia) de dicho producto. A su vez esto se realiza porqué:

§  El litio es eficaz en unas concentraciones terapéuticas específicas, por debajo de las cuales la substancias no es eficaz.
§  Las sales de litio tienen un estrecho ratio entre concentración terapéutica y tóxica, es decir hay que mantener al paciente que lo recibe entre un margen determinado de dosificación.

Por tanto creo que como realizamos “análisis de litio” a algunos pacientes (aquellos que lógicamente lo toman como tratamiento) se ha ido generando la confusión de que en realidad lo que medimos es su déficit inicial en estas personas.

También han surgido multitud de productos que dicen aportar litio natural y en cantidades infinitesimales. No tienen ninguna relevancia terapéutica.

Litio y su posición en la tabla periódica



Resulta muy interesante la historia del uso del litio en medicina, y por consiguiente en psiquiatría. Podemos decir que se trata de una de esas afortunadas “casualidades” en las que hay una mezcla de azar/observación/conclusión por parte del observador (ahora las denominamos “serendipia” (*)  aunque la palabreja no existe en castellano).


El litio es un elemento químico cuyo símbolo es Li y su número atómico es 3. Se trata de un metal alcalino.  Toma su nombre del griego “lithos” es decir piedra y el nombre proviene del hecho de haberse descubierto en un mineral.

Cristales de litio en una disolución oleosa
Johann A. Arfvedson



En 1817 el químico sueco Johann August Arfvedson, que trabajaba como ayudante en el laboratorio de otro químico importante Berzelius,  detectó la presencia de un nuevo elemento cuando analizaba un mineral denominado petolita, que a su vez se había descubierto en 1800 en una mina de la isla de Utö en Suecia.

Isla de Utö en Suecia, de sus antiguas minas de mineral de hierro procede las primeras muestras identificadas del mineral litio

Tanto Arfvedson como otros científicos intentaron aislar el elemento de sus sales, pero no fue hasta 1821 cuando otro químico William Brande lo aisló mediante electrólisis del óxido de litio. Un siglo más tarde, en 1923 se inició la “producción industrial” del litio mediante la electrólisis de cloruro de litio y cloruro de potasio fundidos. Las características del metal litio han hecho que tuviera diversas utilidades en la industria durante el siglo XX, y desde el inicio del siglo XXI las baterías del ión litio con su alto potencial electroquímico son las preferentemente utilizadas.

Salar de Uyuni en Bolivia, donde se extrae más del 50% del litio


En cuanto a su utilización farmacológica, a mediados del siglo XIX fue utilizado para el tratamiento de la gota, en la creencia que las sales de litio disolverían tanto los cálculos renales como los depósitos de urato de los cartílagos.

En 1949, un psiquiatra australiano John F. Cade que ejercía en un hospital de Melbourne, publicó un trabajo en el que describía el tratamiento administrado a diez pacientes afectos de “excitación maníacas”: sales de litio.
El psiquiatra australiano John Frederick Cade

Sin embargo, a pesar del éxito terapéutico que consiguió su teoría era errónea. Cade creía que la  excitación maníaca o psicótica de sus pacientes era provocada por una toxina ó veneno exógeno depositado en el cerebro, y se le ocurrió probar con una serie de sustancias para disolver o contrarrestar dicho veneno, y probó con el litio retomando la idea de disolución de cálculos de uratos.

El psiquiatra danés Mogens Schou, corroboró
los hallazgos de Cade, abriendo el camino para
la utilización del litio en las fases maníacas
Cinco años más tarde, el psiquiatra danés Mogens Schou publica otro estudio en el que se utilizaba el litio como tratamiento de la manía, confirmando las observaciones terapéuticas de Cade. El litio funcionaba en los pacientes, pero no porque disolviera ningún depósito cerebral.











(*) Serendipia: castellanización del término inglés “serendipity”. Se refiere a un descubrimiento a un hallazgo afortunado e inesperado que se produce cuando se está buscando otra cosa distinta. También se refiere a la habilidad de un sujeto para reconocer que ha hecho un descubrimiento aunque no tenga relación con lo que busca. En la historia de la ciencia son frecuentes las “serendipias”.

Horace Walpole, en 1754 utiliza el neologismo "serendipity" que hará fortuna
El propio término “serendipity” es un neologismo acuñado por el polifacético Horace Walpole (político, escritor y arquitecto británico 1717-1797). Lo utiliza a partir de un cuento tradicional persa “Los tres príncipes de Serendip” (nombre en árabe de la isla de Ceilán, actual Sri Lanka). En dicho relato los protagonistas solucionan sus problemas a través de increíbles casualidades.


Pescadores en la costa de Sri Lanka, antigua Ceilán o Serendip




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