La palabra cibercondría es un neologismo, por supuesto.
Pero va reflejando una realidad que cada día vemos mas frecuentemente en la
práctica médica diaria.
Hace poco leí un artículo que
afirmaba que las tres uves dobles (vaya, para entendernos internet) están a un
paso de desterrar varios oficios: agentes de viajes, vendedores en las
taquillas de los espectáculos, dependientes en tiendas… y exagerando un poco
también la figura del médico de cabecera (y exagerando un poco más, yo añadiría
la de muchos especialistas).
El 85% de los pacientes consultan
en la web temas de salud antes de acudir a una consulta médica. Esta masiva
utilización de la información ha dado lugar al neologismo al que antes aludía:
la ciberdondría.
Obviamente Internet proporciona, como ocurre en
muchos otros ámbitos, el acceso a una abundante fuente de información médica.
Esta información, sin duda, puede ayudarnos a entender mejor tanto la salud
como la enfermedad.
Sin embargo, para algunos pacientes puede tener un
efecto devastador: aquellos que presentan un fuerte componente de ansiedad
frente a temas de salud (es decir, personas aprensivas o incluso afectas de
hipocondría). Estas personas, que
experimentan un gran malestar frente a la posibilidad de enfermar y que no
tienen formación médica pueden malinterpretar la información que obtienen en la
red (antaño esto sucedía con el uso de “enciclopedias médicas” familiares o
“manuales de primeros auxilios en el hogar”).
Me refiero a esos casos en que la red se emplea como
un procedimiento diagnóstico basado en unos hipotéticos síntomas. Esta
combinación de apabullante información, por un lado, y de falta de criterio de
categorización por otro, puede generar una nueva forma de ansiedad que se ha
denominado cibercondría, por su parentesco con la hipocondría.
Posiblemente, el mas cáustico de los médicos televisivos |
Se da la circunstancia además, que los afectados de
cibercondría además de autodiagnosticarse, a causa de la fe ciega en Internet
(que ha venido a sustituir a la fe ciega en la palabra escrita) pueden recurrir
también a la automedicación, basándose en aquello que han leído en sus
pantallas. Obviamente, este hecho puede acarrear consecuencias graves para la
persona, entre éstas la no desdeñable de un retraso en el diagnóstico preciso.
La autoría del neologismo se atribuye a los
investigadores Ryan White y Eric Horvitz de “Microsoft Research”, tras un estudio meticuloso acerca del uso de
la literatura médica que se puede encontrar en internet, llevado a cabo a
finales de 2008. Estos autores analizaron cómo las personas buscamos
información sanitaria en la red, habitualmente debido a síntomas comunes e
inespecíficos y que en la mayoría de las veces son benignos, como puede ser un
dolor de cabeza o la fatiga, y que tras la consulta la persona puede interpretarlos
erróneamente como muy graves. No obstante, un término similar (y con igual
concepto) ya había sido utilizado en un par de artículos publicados por la
revista British Journal of Psichiatry
en 2001 y 2003.
(*) ¿Qué me pasa doctor? (Whats Up, Doc?)
Es el título de una hilarante y disparatada comedia dirigida por
Peter Bogdanovich en 1972, protagonizada por Ryan O’Neal, Barbra Streissand y
Madeleine Kahn.
El argumento poco o nada tiene que ver con la
hipocondría, salvo por un personaje secundario, el juez Maxwell.
La película narra las peripecias del despistado Dr. Howard Bannister,
un experto musicólogo que acude a un congreso de esta disciplina en San
Francisco y que se ve atrapado entre su prometida Eunice y la intrigante Judy… y la casualidad de que
otras tres personas, cuyas maletas
son idénticas a la suya, se alojen
en el mismo hotel.
Cartel original de WHat's Up, Doc? |
El Dr. Bannister y Judy Maxwell |
El hipocondríaco juez Maxwell en acción, en la película "¿Que me pasa doctor?" (1972)
A su vez la frase “What’s Up, Doc?”, utilizada como título de esta
película, alude a aquella que otro famoso personaje de ficción, el conejo Bugs Bunny, espeta descaradamente a la cámara mientras masca una zanahoria.
Bugs, nacido en 1940 y al que varias generaciones de niños han conocido a través de los famosos dibujos animados televisivos, es un pícaro que a menudo entra en conflictos con otros personajes, y a los que siempre acaba venciendo por su mayor astucia.
Como nada nuevo hay bajo el sol, los creadores de este personaje, Chuck Jones y Friz Freleng explicaron que la pose clásica de Bugs mascando una zanahoria se basó en una escena de una película anterior "Sucedió una noche" de 1934.
Esta es otra alocada comedia, dirigida por Frank Capra en 1934, y que mereció el Oscar a la mejor película ese año. En una famosísima escena de la película, el actor Clark Gable apoyado en una valla, come zanahorias rápidamente y habla con la boca llena a la protagonista femenina, Claudette Colbert.
Por tanto cuando "nace" Bugs Bunny en 1940, el público de la época tenía muy presente esta película y los espectadores reconocían la pose de Bugs como una sátira. La frase “What’s Up, Doc?” se debe a Tex Avery, el director de la primera película de nuestro conejo. Según Avery, se trata de una expresión común usada
como saludo en su Texas natal. La frasecita obtuvo una reacción tremendamente
positiva en la audiencia y el personaje la hizo suya.
En la versión que casi todos hemos visto en español
(probablemente traducidas en México), Bugs Bunny nos decía: "¿Qué hay de nuevo, viejo?".
(Al final me he desviado un poquito de la hipocondría y también de la cibercondría. Pero es que internet nos da mucha información, en ocasiones inútil pero deliciosa.)
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