domingo, 23 de marzo de 2014

Góndola fúnebre. ANSIEDAD Y CREATIVIDAD


Góndola fúnebre
 
Estocolmo, hogar de Tranströmer y de los Premios Nobel
En 2011, el Premio Nobel de Literatura se concedió al  sueco Tomas Tranströmer (1931)  psicólogo, escritor, poeta y traductor. La Academia Sueca le otorgó este honor “porque a través de sus imágenes condensadas y translúcidas nos permite el acceso a la realidad”.

Tranströmer no es muy conocido por el gran público… de hecho creo que pocos poetas contemporáneos lo son. Sin embargo, su obra ha sido traducida a más de cincuenta idiomas, entre ellos al español. Ha publicado catorce libros de poemas y también libros en prosa, entre éstos su autobiografía breve “Los recuerdos me miran”, publicadas en 1993.

Tranströmer en su juventud

En ésta, Tomas Tranströmer relata sus recuerdos desde más o menos los siete años, a la finalización de sus estudios secundarios en la Institución Södra Latin de Estocolmo.

El poeta , que fue criado exclusivamente por su madre -maestra de escuela- tras el divorcio de sus padres, cuenta en este corto librito sus recuerdos de infancia y adolescencia.  A destacar como explica su posicionamiento político frente al nazismo siendo muy niño, la enseñanza de la época y el uso del castigo físico, su fascinación por el latín, el descubrimiento de la literatura y la poesía (el autor empezó a escribir con trece años) y sus crisis de ansiedad que le atormentaron durante una época en la adolescencia:

“De pronto la atmósfera se espesó de terror en la habitación. Algo se apropió de mi. Inesperadamente, mi cuerpo empezó a sacudirse. Eran calambres fuera de todo control. Nunca me había pasado nada igual. A partir de ahí el miedo se profundizó y se hizo un permanente seguidor desde el anochecer al amanecer.
Tenía miedo de deslizarme hacia la locura, pero por lo demás no me sentía amenazado por ninguna enfermedad –no era un caso hipocondríaco-, era el poder de la enfermedad el que despertaba el terror”.


Más tarde, Tranströmer estudió en la Universidad de Estocolmo y se graduó en Psicología, Historia de la Literatura e Historia de las Religiones. Mantuvo un fuerte compromiso social de índole privada, aunque no incluye tema s sociales en sus poemas y novelas. Su lenguaje expresionista y a veces surrealista, con retratos aparentemente simples a partir de la vida diaria y del detalle, revela una gran penetración de la mente humana.

 
Tomas Tranströmer en 2011, tras serle concedido en Nobel.

En 1990 sufrió un ictus que dejó paralizado el lado izquierdo de su cuerpo, sin embargo ha sido capaz de continuar escribiendo y publicando poesía. Su último trabajo fue publicado en 2004, de título revelador “El gran enigma”.


Veamos un ejemplo de su poesía:

Góndola funeraria en Venecia


Góndola fúnebre número 2

VII

El clavicordio que calló durante todo
Parsifal (aunque estaba escuchando) puede
Al fin decir algo.

Suspiros … suspiros…
Mientras Liszt toca, esta noche, mantiene
Apretado el pedal marino
Para que la fuerza verde del mar suba
A través del piso y se una a todas las piedras
Del edificio.
¡Buenas tardes, bello abismo!
La góndola cargada pesadamente de vida,
Es sencilla y negra.

VIII

Soñé que llegaba tarde el primer día de clases.
Todos en el salón llevaban máscaras blancas
Sobre el rostro.
Imposible decir quién era el maestro.

Tomas Trastromër
(Traducción de Roberto Mascaró)




La inspiración de la inspiración: de la muerte, la música y la poesía

Palazzo Vendramin

El título de este poema hace referencia a dos piezas para piano, compuestas por Franz Liszt.  Entre el 19 de noviembre de 1882 y el 13 de enero de 1883, Liszt visitó a su hija Cosima y a su marido Richard Wagner en su residencia en el Palazzo Vendramin en Venecia.

Durante dicha estancia Liszt observó un par de góndolas funerarias y bajo una premonición compuso las piezas para piano, que se publicaron bajo el título de “Góndola fúnebre, números 1 y 2”. Wagner moriría al mes siguiente, el 13 de febrero de 1883.




Góndola fúnebre número 2, de Liszt

La fúnebre góndola. Poemas de Tomas Tranströmer






Platero, Aguedilla, Juan Ramón. DEPRESIÓN Y CREATIVIDAD.


El poeta, a lomos de Platero

Muchos escritores célebres, han sufrido padecimientos psíquicos, especialmente cuadros depresivos. También es posible que el creador pueda plasmar la melancolía con una mirada especial. 

Este año se celebra el centenario de la publicación de uno de los libros más hermosos escrito en lengua castellana: “Platero y yo”.

Primera edición de "Platero y yo", publicada en 1914

Como el propio Juan Ramón Jiménez advierte en su prologuillo:

Suele creerse que yo escribí Platero y yo para los niños, que es un libro para niños. No.  …
Yo nunca he escrito ni escribiré nada para niños, porque creo que el niño puede leer los libros que lee el hombre, con determinadas excepciones que a todos se le ocurren

Así pues, haciendo caso a Juan Ramón, este libro me ha acompañado no pocas veces en mi vida adulta, y siempre emociona, desde la dedicatoria:
 



A la memoria de AGUEDILLA, la pobre loca de la calle del Sol que me mandaba moras y claveles”






Platero y yo es sin duda la obra más conocida del poeta Juan Ramón Jiménez (1881-1958). Platero es difícil de clasificar, se podría decir que reúne dos géneros literarios, el lírico y la novela.

Para algunos se trata de un relato poético de ciento treinta y cinco poemas en prosa, más tres de reflexión posterior (“A Platero en el cielo de Moguer”, “Platero de cartón” y “A Platero en su tierra”). Pueden leerse de forma independiente o salteada, pero todos juntos adquieren sentido para constituir una obra unificada.
Aparentemente, está constituido por breves estampas que entre sí no guardan un orden temático y se corresponden a impresiones, sensaciones y recuerdos de la infancia de Juan Ramón en su  pueblo natal de Moguer:
Estampas de Moguer:
Las chumberas

Las marismas

La ermita de Montemayor

Nací en Moguer, la noche de Navidad de 1881. Mi padre era castellano y tenía los ojos azules; y mi madre, andaluza, con los ojos negros. La blanca maravilla de mi pueblo guardó mi infancia en una casa vieja de grandes salones y verdes patios. De estos dulces años recuerdo que jugaba muy poco, y que era gran amigo de la soledad…"  
 
La blanca maravilla de Moguer

En los relatos de Platero y yo se mezclan el mundo idílico (“la blanca maravilla de mi pueblo”) y el dolor, ya que también se exponen tragedias, deformidades físicas y psíquicas y la propia muerte, además de la idealización de Platero, alter ego animal, compañero y oyente del poeta.
Platero, compañero del poeta

La muerte de Platero
La estructura de la obra corresponde a un esquema circular y cerrado, se inicia en primavera y termina en la misma estación. Su principio y fin aparecen unidos a la mariposa (símbolo del alma ya desde la antigüedad clásica, y por tanto de la riqueza espiritual) y a la sangre  (señal del dolor humano). Estos dos extremos, espíritu y dolor están siempre conectados en la poesía de Juan Ramón.

Juan Ramón Jimenez, retrato de juventud realizado por Sorolla
La vida de Juan Ramón Jiménez estuvo marcada por varias crisis depresivas. A los 19 años, y en franca oposición a su familia abandonó sus incipientes estudios de Derecho que cursaba en Sevilla y se trasladó a Madrid, entrando en contacto con los grandes poetas modernistas, por los que sentía admiración, especialmente por Rubén Darío. Sin embargo, a los veinte años sufre su primera depresión, por lo que regresa a Moguer, un año más tarde ante la persistencia de la enfermedad es ingresado durante varios meses en un sanatorio psiquiátrico en Burdeos, y de allí pasará al sanatorio del Rosario en Madrid. En la habitación del sanatorio organiza reuniones a las que asisten Machado, Valle-Inclán, Benavente... Allí pasa dos años de grato recuerdo.
En 1905, una nueva fase depresiva le hace regresar a Moguer. Durante esta estancia pergeña Platero y yo. En los años siguientes, empeora su enfermedad y tras la muerte de su padre se produce el descalabro económico de su familia.
Zenobia Camprubí, en 1918.
Pintado también por Sorolla
En 1913 conoce en Madrid a su amor definitivo: Zenobia Camprubí, también escritora y traductora, con la que se casa tres años más tarde. Su obra poética crece y pasa de la llamada “etapa sensitiva” a la denominada “etapa intelectual”, un tipo de poesía pura, con una lírica a menudo de difícil comprensión.
En 1936 estalla la guerra civil española, y se mantiene fiel la lado republicano, siendo nombrado agregado cultural de la embajada de España en Washington. La victoria de Franco  hace decidir al matrimonio mantenerse exiliados en América. La tendencia depresiva del poeta hará que el exilio le aleje de la realidad e intensifique su aislamiento social. En 1950 se instala en Puerto Rico, y pronto su amada Zenobia enferma de cáncer.
Un abatido Juan Ramón Jimenez en 1956

En 1956, a los pocos días de serle concedido el Premio Novel de Literatura muere su mujer. Juan Ramón se recluye en su casa en la más absoluta oscuridad.
                                                
"Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros cantando,
y se quedará mi huerto con su verde árbol
y su pozo blanco.

Todas las tardes
el cielo será azul y plácido,
y tocarán, como esta tarde están tocando,
las esquilas del campanario.

Se morirán los que me amaron…
Y el pueblo se hará nuevo cada año.”

El 29 de mayo de 1958, totalmente desolado murió el poeta.

Cincuenta años antes, había escrito:



CXXXV – MELANCOLÍA

Esta tarde he ido con los niños a visitar la sepultura de Platero, que está en el huerto de la Piña, al pie del pino redondo y paternal. En torno, abril había adornado la tierra húmeda de grandes lirios amarillos.

Cantaban los chamarices allá arriba, en la cúpula verde, toda pintada de cenit azul, y su trino menudo, florido y reidor, se iba en el aire de oro de la tarde tibia, como un claro sueño de amor nuevo.

Los niños, así que iban llegando, dejaban de gritar. Quietos y serios, sus ojos brillantes en mis ojos, me llenaban de preguntas ansiosas.

- ¡Platero amigo! - le dije yo a la tierra- ; si, como pienso, estás ahora en un prado del cielo y llevas sobre tu lomo peludo a los ángeles adolescentes, ¿me habrás, quizá, olvidado ? Platero, dime: ¿ te acuerdas aún de mí?

Y, cual contestando a mi pregunta, una leve mariposa blanca, que antes no había visto, revolaba insistentemente, igual que un alma, de lirio en lirio...

Platero y yo (1914)
Juan Ramón Jiménez
            


sábado, 8 de marzo de 2014

Yo tenía un perro negro llamado DEPRESIÓN.



DEPRESIÓN




Este vídeo explica qué es la depresión, cómo afecta a las personas y la importancia de buscar ayuda para conseguir sentirnos mejor, aprendiendo a convivir con la depresión en vez de sumergirnos en ella.



El ESTIGMA SOCIAL en la SALUD MENTAL





El estigma en la salud mental

Diálogo real entre dos amigos, (ó lo que mi memoria alcanza) escuchado involuntariamente en un cine:  

El: -¿Qué? Qué tal estás?

Ella: - Mejor, mi médico me ha dado un nuevo antidepresivo y estoy mejor…

El (interrumpiéndola): -Yo no se porqué no te dejas de tantas pastillas, solo consigues que te atonten.

Ella: - No, la verdad es que me empiezo a sentir mejor, hace dos semanas no habría podido seguir una película y ni me hubiera atrevido a salir de casa… Creo que el psiquiatra y el tratamiento me están ayudando.

El: (vehemente y resoplando): -Buf… Vaya tontería. Mira, te tienes que ayudar tu misma… Yo también he tenido mis problemas y me los he resuelto yo (énfasis en el yo). Hoy estás mejor porqué te has decidido a salir… Y eso debes hacer, animarte. Oye tu no tienes problemas para estar así, pero continúa empastillandote y acabarás como una zombie.

Ella (apagada y con un hilo de voz): -No se… quizá sí que no pongo de mi parte. 


El solitario camino de la enfermedad mental

Las personas que sufren una afección psíquica deben afrontar una doble dificultad para recuperarse de la misma: el trastorno en sí y los prejuicios e incluso las discriminaciones que recibe por padecerla.
 

Los pacientes sufren su trastorno y la discriminación social por padecerlo 

Hablamos del estigma social, una carga de sufrimiento añadido, que incrementa de forma totalmente innecesaria los problemas de la enfermedad… y que en ocasiones constituye uno de los principales obstáculos para la obtención del tratamiento y el éxito de la recuperación.

El origen del estigma está en estereotipos y mitos injustos heredados de siglos de incomprensión hacia algunas enfermedades. Históricamente, ciertas dolencias han despertado prejuicios hacia quienes las padecen. Desde la Edad Antigua eran discriminado los que padecían lepra. En la Edad Media, los afectados por la peste bubónica. En el siglo XIX, los afectados de tuberculosis. Más recientemente aquellos que sufrían cáncer o sida. Pero la discriminación de las personas con un trastorno psíquico ha sido una constante a lo largo de los siglos.


El estigma se ha mantenido a lo largo de los siglos 

De alguna manera se han perpetuado los estereotipos, y a pesar de la divulgación acerca de estos trastornos, existen unas ideas “aceptadas” por la sociedad y que permanecen invariables. La reiteración de estos estereotipos han creado una corriente de pensamiento que se ven reflejados en el día a día (como en el diálogo anterior, en el que un supuesto “no paciente” afea a una “paciente” el hecho de estar deprimida, el tratamiento que recibe y le conmina a que se ponga buena con su solo esfuerzo… y supongo que todo ello, dicho con la mejor de las intenciones).


Al paciente con una dolencia psíquica se le percibe "diferente"

El estigma es la etiqueta que se pone sobre la persona y resulta muy difícil desprenderse de ella. Llega a ocultar a ese hombre o esa mujer, porque se la identifica plenamente con el hecho por el que se le etiqueta. El lenguaje da buena muestra de cómo la enfermedad mental se identifica como único rasgo de la personalidad de quienes la padecen. Si tiene esquizofrenia, pasa a ser “esquizofrénico”; si sufre depresión, es una persona “depresiva”. Algo que actualmente no sucede con otras enfermedades, porque a quien padece cáncer no se le llama “canceroso”, aunque si que he oído alguna vez la acepción “sidoso” de forma peyorativa.


El paciente también se cree "diferente" 
Una de las consecuencias más graves de la discriminación es la creación del autoestigma. Los prejuicios en muchos casos afectan a los enfermos hasta el punto que los asumen como verdaderos,  y pierden la confianza en su recuperación y en sus capacidades para llevar una vida normalizada. Estereotipos y prejuicios acaban por instalarse en la persona, que asume esas actitudes marginadoras y se autodiscrimina.

Hace pocos días escuchaba la frase: 
“¿Quién me querrá si tengo crisis de ansiedad?”

Y esto me lo estaba diciendo una mujer inteligente y atractiva, que lleva una vida totalmente normal, cumpliendo con su trabajo y sus obligaciones, a pesar de sufrir síntomas de ansiedad (ahora ya muy esporádicos) y que ha aprendido a manejar y lidiar con ellos.

Esto es, el estigma social y el propio autoestigma generan reacciones emocionales negativas, con una merma de la sensación de dominio sobre su vida, y una visión también negativa acerca de sus capacidades, cualidades, y una renuncia a objetivos vitales totalmente legítimos.


Todas las personas somos como nubes. Iguales y diferentes a la vez 



Las imágenes que he utilizado son obra del fotógrafo español Chema Madoz (Madrid, 1958) al que en el año 2000 le fue concedido el Premio Nacional de Fotografía.

Madoz destaca por sus trabajos en blanco y negro, de corte surrealista. Su obra recoge objetos cotidianos, compuestos a través de hábiles juegos de imaginación, a modo de pequeños poemas visuales. Las perspectivas y texturas juegan un importante papel en el resultado final de la imagen.