Junio era
el mes fatídico –al menos en mi época-
para los estudiantes. El mes de los exámenes finales, calor, agobios,
presentación de trabajos y sobre todo exámenes FINALES, es decir que incluían
toda la materia estudiado a lo largo del curso. Y como el curso no se había
fraccionado en cuatrimestres, ello equivalía a decir que un en examen “se
vertían” los conocimientos (o desconocimientos) de nueve largos meses. Además
hacía (y hace) calor, y al final de mes estaban esas tentaciones en forma de
verbenas (la de Sant Joan, la de Sant Pere), cuando nosotros todavía teníamos
alguna cuenta académica pendiente.
Recuerdo que los
profesores, curso tras curso, nos recomendaban estudiar desde el primer día.
Buen
consejo, casi nunca seguido, sobre todo porque a muchos alumnos les parecía que
si empezaban a estudiar tan pronto, también pronto olvidarían lo aprendido y
sería un trabajo inútil… Qué no lo era, pues es muy diferente haber leído y
comprendido los temas, a la vez que se van impartiendo, que a pocas semanas del
examen, abrir un libro colección de apuntes, y que todos nos suene extraño y
muy muy lejano.
"Estudien desde el primer día..." |
Consejos para
estudiar:
- Organizarse. Quizá a este ya lleguemos tarde. Es importante elaborar un calendario realista de que tiendo disponemos para trabajar (hay que restar el tiempo de clases, otras actividades obligatorias, y el tiempo de intendencia).
- Estructurar las materias. Es decir, no empezar a estudiar sin tener un guión acerca de la materia, con títulos, subtítulos y apartados. La relación entre contenidos nos ayuda a integrar conocimientos previos y también a apreciar la lógica de lo que vayamos estudiando. Esto es fundamental para el aprendizaje relacional, que no para el puro ejercicio de memoria (sin olvidar que la memoria es importante, mejor dicho, importantísima para incorporar datos).
- Secuenciar y decidir. Obviamente tenemos que calcular que tiempo nos llevará aquello que tenemos pendiente: ese trabajo ¿cuántas horas habremos de dedicarle?, ese examen, lo mismo, haremos un cálculo de lo que nos llevará dominar la materia. Como no tendremos una sola prueba, ir estudiando para los exámenes más cercanos, sin olvidar que pueden quedar muy poco tiempo para preparar el o los siguientes, por lo tanto habrá que simultanear…
- Tiempo de estudio. Debemos ser conscientes que no nos dedicaremos con total concentración más de unas 8-10 horas al día, y eso haciendo breves pausas para relajarnos. Con ello, hago hincapié en que aunque no se empiece a estudiar el primer día, tampoco es bueno dedicarle sólo las dos últimas semanas previas a los exámenes. Hay que ser previsor, porque no podremos estudiar veinticuatro horas al día, y si lo hacemos, la mayoría de estas horas serán perdidas.
- Descanso. Son muy importantes los descansos durante el período de estudio, pero “no nos hagamos trampas al solitario”. Recuerdo a estudiantes en la biblioteca que llegaban, escogían sitio, dejaban libros y apuntes, y hecho esto, salían a fumar un cigarrillo, volvían a su sitio, abrían su material, le echaban un vistazo y al cabo de media hora, iba a tomar un café… Y así hasta pasar toda la mañana o toda la tarde en la biblioteca, mejor dicho en los aledaños de la biblioteca. No sé si salían con la satisfacción del deber cumplido. Sin embargo, las pausas son importantes para despejarse.
- Descanso nocturno. Imprescindible, ya que el estudiante descansado rinde más. La pérdida de horas de sueño dificultan la atención, la concentración y la memoria.
- Distracciones mientras se estudia. Desaconsejo completamente escuchas música mientras se estudia, a pesar de que mucha gente joven me dice que les ayuda a concentrarse. No creo que esto sea posible, especialmente si lo que se escucha son canciones con letra, por otra parte, los dispositivos actuales ofrecen almacenan tal cantidad de información, que se está haciendo una selección continua, que distrae de la tarea principal. Y en tercer lugar, aunque se trate de una música suave divide la atención que es necesaria para el estudio sobre todo para actos como la comprensión y la memorización.
- Lugar de estudio. Otro tipo de distracciones dependen del lugar en que se estudia que debería ser tranquilo, sin intromisiones constantes de teléfono, mensajerías de teléfono, televisor, personas hablando a nuestro alrededor. Siempre me sorprende ver a gente estudiando en una ruidosa cafetería... Claro que entonces para abstraerse del ruido ambiental, se colocan los cascos de música.
- Uso de estimulantes. A algunas personas les ayuda consumir cafés o bebidas de cola para mantenerse despiertos. Pero cuidado, tampoco debe abusarse de ellas, ya que pueden interrumpir el sueño y producir ansiedad. Y desde luego, hay que evitar a toda cosa otro tipo de psicoestimulantes.
- El momento en que se estudia. Algunas personas rinden más a determinadas horas del día. Es algo muy personal y dependerá de las costumbres y experiencia previa del estudiante. Sin embargo, no hay que olvidar que el día tiene veinticuatro horas, y eso es inmutable, ya que precisaremos descansar, comer, asearnos, etc.
- Estudiar en grupo. Es muy eficaz en determinadas materias en las que se consultan dudas y se interactúa con otras personas produciéndose estímulos recíprocos. Sin embargo, debe haber también trabajo individual, para que el estudio en grupo sea provechoso.
- Técnica de estudio. Y sobre todo no olvidemos que a pesar de la información y de todos los dispositivos con los que contamos, el estudio requiere de una técnica que no siempre será igual para todas las personas, pero sí que tendrá en común algunos puntos: la lectura comprensiva, el reconocimiento de los temas principales y los secundarios (lo que llamamos esquematizar), la memorización y la relación con otros conocimientos.
Con todo ello, no solo lograremos un mejor rendimiento académico, sino que también nos libraremos del estrés y sus consecuencias negativas: ansiedad, bloqueos, crisis de angustia en los exámenes, etc.
Felices exámenes... y feliz resultado.
Vacaciones (sin cuentas pendientes) |
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