domingo, 19 de octubre de 2014

Deseos para TERESA


El rio Ébola, conocido por dar nombre a uno de los virus que producen fiebre hemorrágica 

Las informaciones sobre la salud de Teresa son esperanzadoras. Al parecer ha disminuido la carga viral y superará esta aterradora infección. (Mientras escribía esto ha dado negativo en una analítica, más esperanza aún). 

Desde su ingreso el pasado 6 de octubre en el mismo hospital que trabajaba, ha sido foco de interés sanitario y mediático y alrededor de su enfermedad han corrido ríos de tinta (real y virtual).

De la pésima gestión de las autoridades sanitarias (políticos de la Comunidad de Madrid, Ministra de Sanidad, etc.) que más se puede decir que no se haya dicho ya. Del miedo, mejor diría, del pavor que provocó en el país, parece que ya no es noticia…

Durante unos días, hemos asistido a  un “master” a través de los informativos acerca de enfermedades hemorrágicas provocadas por virus (Ébola y otros), de protocolos de seguridad, de cómo ponerse y quitarse trajes de protección. También hemos escuchado a un médico-político que decía auténticas barbaridades, casi rayanas en el insulto personal a la afectada, y a una abrumada ministra de parvas entendederas no decir casi nada.

La labor de aquellos que han ayudado en su curación -desde el médico que la atendió en el Hospital de Alcorcón (creo que sigue aislado en el hospital) hasta quienes están a cargo de ella en el Hospital Carlos III- ha sido más callada. Eficaz, persistente, abnegada y callada. Así es la tarea de los profesionales sanitarios de nuestro país, sólo puedo decir que me llena de orgullo.

Pero a lo que iba, lo que le deseo a Teresa: que se recupere pronto y bien, que recupere su vida. Además de la salud que perdió por realizar su trabajo, ha sido insultada por su jefe ¿habrá perdido la confianza en la institución?,  también ha perdido tiempo, intimidad y anonimato;  ha perdido a su mascota, si Dios quiere, la única víctima mortal de este despropósito (muchas saben que nuevo dolor le va a producir esto).

La gente que la quiere la arropará, le dará todo el cariño y saldrá adelante.  Los que hemos contenido el aliento mientras seguíamos su proceso ya debemos retirarnos (así lo creo). Hemos aprendido un poco más de las buenas personas que hacen su trabajo y no se considerar héroes ni heroínas (como la propia Teresa). También hemos aprendido de la iniquidad de aquellos que les mandan.  


Flores para Teresa, y un brindis a todos los médicos, enfermeras y auxiliares del Carlos III de Madrid




viernes, 17 de octubre de 2014

ANSIEDAD. Consejos para convivir con ella



Sentir ansiedad es como vivir al borde del precipicio
En primer lugar quiero advertir que estos “consejos” no pueden ser tomados al pie de la letra por todo el mundo y en todas las situaciones.

¿Por qué? Primero, porque los trastornos de ansiedad en la clínica adoptan diferentes formas de presentación, aunque estén agrupados bajo un mismo epígrafe diagnóstico; segundo, porque cada uno es como es (*), y la ansiedad la sufre una persona, con su temperamento, su carácter, su personalidad; y tercero, porque ni la biografía ni las circunstancias del ambiente son idénticas para todo el mundo.

A pesar de ello, me permito aconsejar. Cuál Séneca cibernético y “de estar por casa”, ahí van:

1.     Si le han diagnosticado de un “Trastorno de ansiedad”, hable extensamente con su médico o su psicólogo acerca de lo que significa. La persona que tiene mayor y mejor información sobre su caso es el profesional que le atiende; en la red hay mucha información (incluyo esta página) que,  en lugar de ayudar, pueden embarullar sus conceptos sobre lo que le ocurre.
La causa de su trastorno no es un defecto de su carácter o una debilidad personal, hay cuadros de ansiedad que tienen un fuerte componente genético y en consecuencia bioquímico; otros casos están más vinculados a situaciones reactivas o ambientales.  Pero el pensamiento de “soy débil y por eso me ocurre esto” no solamente es erróneo, sino un cortocircuito para incrementar la ansiedad.

El 17% de la población general está sufriendo un trastorno de ansiedad


2.     Si sufre de un cuadro de ansiedad, no está solo. Los “Trastornos de ansiedad” tienen una alta prevalencia estadística (hasta un 17% de la población general habrá sufrido un trastorno de ansiedad en el último año), esto es,  hay muchas personas que los padecen, personas que quizá conozca, o con las que puede comunicarse a través de asociaciones, foros, etc. Esta realidad ayuda a desdramatizar esa vivencia de que “esto solo me pasa a mí”.

Asimismo, a algunos pacientes puede ayudarles hablar con otras personas que sufran de ansiedad para saber cómo se sienten y que estrategias y recursos les han ayudado, aunque creo que hay que evitar que una persona que sufra ansiedad (o cualquier otro padecimiento físico o psíquico) se identifique a sí misma por ello, y solo se relacione con los demás a través de la enfermedad.

3.     Comparta su problema con quién Vd. quiera, pero controle la información que proporciona. Esto enlaza con el punto anterior.

La mejor ayuda, el acompañamiento


Obviamente es lógico que las personas muy cercanas  -pareja o miembros adultos de su familia, amigos entrañables- que estén informadas de lo que le ocurre, así podrán comprenderle y ayudarle. Ahora bien, a pesar de la divulgación sobre las ansiedad, sabemos que existen ideas preconcebidas sobre los padecimientos psíquicos, por lo que en ocasiones los pacientes reciben gran cantidad de sugerencias, consejos y admoniciones, casi siempre bienintencionadas, pero en muchas ocasiones inútiles o casi acusadoras: “esto lo tienes que superar tú”, “tienes que salir y distraerte”, “déjate de tonterías, lo que ocurre es que no tienes problemas”, etc.

Por otra parte ¿hay que informar a todo el entorno: amigos, compañeros de trabajo…? Esta es una pregunta que me suelen hacer. En general, mi respuesta es: si deseas hacerlo, comparte con aquel que tengas confianza y te estime, evita hablar a todas horas de tu cuadro clínico y tus síntomas y en el terreno laboral se cauteloso (no hay que olvidar el estigma que sufren los trastornos psíquicos),  ya que puede ocurrir que compartir esta  información, en según qué casos, se convierta en un  boomerang de desautorización de la persona que sufre de ansiedad.

Un abrazo, que gran ayuda


Quizá debería ser más honesto ser “testimonial”, ya que el que sufre ansiedad no es culpable de nada, pero hay que ser realistas y no añadir problemas a los que uno padece. Además, siempre he pensado que la enfermedad -cualquier enfermedad- es un hecho privado que atañe a aquel que lo sufre. Como somos y vivimos en un país mediterráneo (es decir, con un estilo expansivo de comunicación) a veces contamos más de la cuenta en la “plaza pública”. 

4.     No se avergüence de pedir ayuda profesional. En general, la mayoría de los “Trastornos de ansiedad” no representan una patología psíquica grave (en relación a otros procesos), pero que generar un fuerte malestar y empeoramiento de la calidad de vida, por ello no hay que descuidar su solución. El paciente que sufre ansiedad vive en un estado de “libertad bajo fianza” que contamina su día a día. Pedir ayuda profesional no es una señal de debilidad, sino involucrarse activamente en la solución del problema.


Pedir ayuda cuando se precisa



5.     Estrés ¿qué, cómo, cuánto, cuando? Voy a utilizar el concepto de estrés como normalmente se entiende (en el sentido de demanda ambiental), aunque en realidad se trata del proceso que se pone en marcha en el organismo para adecuarse a un estímulo. Es de cajón que la presión ambiental forma parte de la vida y es utópico pensar que uno puede vivir en un especie de paraíso sin ningún tipo de agobio.

 
¿Vivir en el paraíso?
Pues bien, hay que analizar estas situaciones e intentar adoptar un enfoque equilibrado de las mismas. ¿Cuántas veces sobrevaloramos la magnitud de una situación? ¿Y cuántas veces anticipamos todo lo malo que puede ocurrir? Es bueno centrarse en el presente y en los datos objetivos que tenemos, ya que no siempre ocurrirá todo lo malo que imaginamos.
 
Cuántas veces, atrapados por la ansiedad, presagiamos sólo lo malo
Es muy habitual que las personas que sufren de ansiedad anticipen consecuencias negativas que pueden ocurrir. Si alguna vez aciertan en sus presagios, esta prueba les sirve para corroborar y potenciar su estilo de pensamiento negativo convenciéndose de su eficacia, eliminando las múltiples ocasiones en que han predicho una catástrofe y ésta no ha ocurrido.

6.     Revise su estilo de vida. Hay factores que nos pueden ayudar a combatir la ansiedad: dormir las horas precisas, ingerir una dieta equilibrada, eliminar el consumo de sustancias excitantes, evitar los tóxicos incluso los “cotidianos” y “legales” tabaco y alcohol. Intentar estar en buena forma física, pero tampoco exagerando las expectativas de nuestro rendimiento.

Analice su horario en el día a día, qué cosas le sobran (no es bueno tener una agenda apretadísima que nos haga ir acelerados siempre), como distribuimos el tiempo (¿por qué nos levantamos tan tarde y tenemos que correr para llegar a nuestro trabajo?, ¿nos vale la pena realmente hacer ejercicio al mediodía para aprovechar el tiempo?). Cuidado, algunas de estas respuestas serán afirmativas, entonces adelante… pero cuantas veces nos dejamos atrapar por el “elogio a la actividad”, tan propio de nuestra época.

Hacer ejercicio y disfrutar de la familia, gran combinación

Es importante “conocerse a uno mismo”. En general sabemos qué tipo de cosas nos proporcionan tranquilidad y cuáles nos exasperan. Intentemos vivir a nuestro favor, si bien es cierto que hay cosas que no podemos modificar solo con que nos lo propongamos (cambiar de trabajo puede no ser fácil, nuestros niños son pequeños y demandan toda nuestra atención, o bien son nuestros mayores los que necesitan de nosotros). Pero insisto, recapacitemos sobre nuestro vivir cotidiano y aquello que nos vendría bien cambiar o afrontar de diferente manera. Un apunte en cuanto al tiempo. ¿Cuántas horas estamos frente a una pantallita: móvil, tablet, ordenador o TV?

7.     Cuidado con las prisas, los cambios no son inmediatos. Los cambios que introducimos en nuestro estilo de vida o forma de encarar las cosas no producen efectos instantáneos. Ya hemos comentado que vivimos en la sociedad de la prisa, y estamos acostumbrados a los resultados inmediatos (aprieto un botón, y leo el periódico, digital por supuesto; compro entradas en un cine sin hacer cola; envío mensajes “en vivo y en directo” a las antípodas).

Lento, pero avanzo

Claro, que esto también conlleva que recibimos demandas y presiones continuamente (tenemos veinte correos antes de llegar al trabajo… nos los han enviado mientras dormíamos; los mensajitos del whatsup nos interrumpen mientras estamos concentrados trabajando, por poner dos ejemplos).

Pero bueno, a lo que íbamos. Los cambios a mejor no se presentarán en el primer minuto. Hay que tenerlo presenta para no desmotivarse. Y también que es natural sufrir altibajos: cualquier meta puede estar plagada de contratiempos, y vivir o convivir con la ansiedad no es un objetivo baladí. Si se produce un empeoramiento, si sufrimos una nueva episodio de ansiedad no significa que nuestros esfuerzos hayan fracasado, sino que vivimos la vida, con sus placeres y desdichas, su luz y sus sombras.
 
Nuestro camino a veces sube, y a veces puede descender

Recordemos:

"El esfuerzo llama a sí a los mejores"

(Lucio Anneo Séneca, siglo I)



SÉNECA. Autoayuda desde el siglo I



Ruinas del Templo Romano de Claudio Marcelo en Córdoba


SÉNECA

Lucio Anneo Séneca, (Corduba 4 a.C.-Roma 65 d.C.) fue un filósofo, político, orador y escritor romano, conocido por sus obras de carácter moralista. Ejerció diversos cargos públicos como Cuestor, Pretor y Senador del Imperio Romano, durante los gobiernos de buena parte de los emperadores de la familia Julia-Claudia: Tiberio, Calígula, Claudio y Nerón, del que además fue tutor y ministro.

Estatua de Séneca en
la Puerta de Almodóvar (Córdoba) 


Séneca, gran pensador destacó también como orador. De tendencia moralista, ha pasado a la historia como el máximo exponente del estoicismo, difícil postura tras la pérdida de valores de la República Romana, ya que esta sociedad había perdido los valores de sus antepasados buscando el placer en lo material y mundano.

En el año 54 a.C. tras la muerte del emperador Claudio, su sobrino-nieto (e hijastro) Nerón de 17 años subió al poder. Séneca fue nombrado consejero político y ministro, gobernando “de facto” el imperio junto con el militar Sexto Afranio Burro, durante unos ocho años siendo un período de política basada en el compromiso y la democracia. 





Séneca instruyendo a Nerón, obra del escultor Eduardo Barrón


No obstante, Nerón se zafó de la benigna influencia de Séneca, las intrigas palaciegas de esa época (que se zanjaban con asesinatos y acusaciones) y aunque se retiró de la vida pública finalmente fue acusado de conjurar contra el emperador, y en medio de la vorágine de amenazas y terror se suicidó (costumbre romana para evitar el deshonor y la ruina de la familia si alguien era condenado). 

"La muerte de Séneca"  de Luca Giordano

Lo cual nos demuestra que no sólo ha de haber un buen maestro, sino un buen pupilo. 

Las obras de Séneca pueden dividirse en: los Diálogos Morales, las Cartas, las Tragedias y los Epigramas, donde se recoge su pensamiento filosófico, ya que no escribió una obra sistemática como tal. 

Su pensamiento influyó en el humanismo y demás corrientes renacentistas, especialmente la afirmación de la igualdad de los hombres, el consejo de una vida sobria y moderada como forma de hallar la felicidad, su desprecio a la superstición, sus opiniones antropocentristas.

En la actualidad su obra ha caído en el olvido, a pesar de la vigencia y lo asequible de sus ideas. Veamos algunos de sus aforismos (desde luego, grandes consejos, constituyen un gran manual de autoayuda):

Desde la Antigüedad romana, un libro de "autoayuda"


La mayor rémora de la vida es la espera del mañana y la pérdida del día de hoy” 

“En tres tiempos se divide la vida: en presente, pasado y futuro. De éstos, el presente es brevísimo; el futuro, dudoso; el pasado, cierto”

Importa mucho más lo que tú piensas de ti mismo que lo que los otros opinen de ti”

“No nos atrevemos a muchas cosas porque son difíciles, pero son difíciles porque no nos atrevemos a hacerlas”

“La ira: un ácido que puede hacer más daño al recipiente en la que se almacena que en cualquier cosa sobre la que se vierte”

“El que no quiera vivir sino entre justos, viva en el desierto”

“El colmo de la infelicidad es temer algo, cuando ya nada se espera”

“La naturaleza nos ha dado las semillas del conocimiento, no el conocimiento mismo”

“Igual virtud es moderarse en el gozo que moderarse en el dolor”

“Teméis todas las cosas como mortales y todas las deseáis como inmortales”

“Es tan grande el placer que se experimenta al encontrar un hombre agradecido que vale la pena arriesgarse a hacer un ingrato”

“No es pobre el que tiene poco sino el que mucho desea”

“Mostrarse asustado sin motivo aparente es dar a conocer que se tiene razón de temer”

“Lo que has de decir, antes de decirlo a otro, dítelo a ti mismo”

“La voluntad es lo que da valor a las cosas pequeñas”

“Considera las contrariedades como un ejercicio”

“El que teme es un esclavo”

“En la adversidad conviene muchas veces tomar un camino atrevido”

“Desdichado el que por tal se tiene”


sábado, 4 de octubre de 2014

La Psiquiatría en el Mundo Antiguo


 
Imagen idealizada del Laberinto de Creta
El hombre primitivo atribuyó un origen sobrenatural a la enfermedad mental, pero intentó realizar un tratamiento de la misma. Así lo confirman los restos de cráneos trepanados hallados en culturas antiguas precolombinas, como los pertenecientes a la cultura Paracas (700 a.C.-200 d.C.) del sur del Perú; a través de los agujeros los espíritus malignos que invadían al enfermo podían escapar.
 
En lengua quechua Paracas quiere decir "lluvia de arena". Costa sur de Perú

En culturas muy diversas entre sí (antiguos hebreos, griegos, chinos y egipcios) se intentaba expulsar a los espíritus del cuerpo del enfermo a través de exorcismos, realizados por hechiceros o sacerdotes.

Hipócrates de Cos, según un
grabado de Rubens
En el mundo occidental, la concepción sobrenatural de las enfermedades mentales se mantiene hasta la figura del médico Hipócrates de Cos  (460-377 a.C.) que fue el primero en señalar el origen natural de tales trastornos.

El dios griego de la Medicina,  Asclepios,
estatua hallada en Ampuries
(Esculapio en su versión latina)
En la mitología griega el dios Asclepios (llamado Esculapio por los romanos) era el dios de la medicina y la curación, y era venerado en Grecia en santuarios (que recibían el nombre de Asclepion), el más importante fue el de Epidauro en el Peloponeso, y también el de Cos, donde Hipócrates fundó su escuela médica. Los atributos del dios Asclepios se representaban como una serpiente enrollada en un bastón (símbolo conservado en la actualidad). Tal fue la fama de Hipócrates, que se decía que su familia descendía del dios Asclepios.
Ruinas del Asclepion de Cos

En los escritos hipocráticos la causa de las enfermedades gira en torno a la interacción de cuatro humores (fluidos) del cuerpo (la sangre, la bilis negra, la bilis amarilla y la flema), y sostenía que en las personas sanas se encontraban naturalmente en una proporción semejante (“pepsos”). Cuando estos fluidos se desequilibraban (“dyscrasia”) el individuo enfermaba.

Obviamente, esta es una concepción arcaica, pero es la primera explicación orgánica de la enfermedad, no sólo de la enfermedad mental. Además, Hipócrates desarrolló una clasificación basada en cuatro temperamentos (colérico, sanguíneo, melancólico y flemático) que se pensaba que indicaban la orientación emocional predominante, y se ha seguido utilizando durante siglos, en la descripción de los individuos (*).
Grabado de Leonardo da Vinci,
Un personaje clásico, rodeado de cuatro personajes grotescos que representan los temperamentos hipocráticos:
a la izquierda el sanguíneo y detrás el temperamento colérico, a la derecha, el temperamento flemático y detrás el temperamento melancólico


Es de destacar además la clasificación de los trastornos mentales en tres categorías: Manía, Melancolía y Frenitis, clasificación pionera que con escasas modificaciones se mantiene durante toda la civilización griega y también en la romana.

El pensamiento de Hipócrates y sus seguidores se recoge en el llamado Corpus Hipocraticum, colección de unas setenta obras médicas de la antigua Grecia escritas en griego jónico. Aunque en la antigüedad eran totalmente atribuidos a Hipócrates, tanto por los estilos de escritura como por los temas se cree que fueron escritos por diecinueve autores diferentes, el propio maestro y algunos de sus estudiantes y discípulos.

La medicina hipocrática destacaba por su estricto profesionalismo, caracterizado por una disciplina y práctica rigurosas. En su escrito “Sobre el médico” recomienda que éstos siempre fueran bien aseados, fueran honestos, tranquilos, comprensivos y serios. El médico hipocrático daba especial atención a todos los aspectos de su práctica, debía seguir especificaciones detalladas para la iluminación, los instrumentos, la posición del paciente y las técnicas que utilizaba el médico. También se hacía hincapié a la observación y a la documentación, debiendo registrar sus descubrimientos y métodos medicinales de manera muy clara y objetiva, a fin de que estos registros se puedan transmitir y utilizar por otros facultativos. Podemos decir que Hipócrates fue el “Padre de la Medicina clínica”.

Como ya he mencionado en otra ocasión, en su Corpus se encuentra el Juramento Hipocrático, un documento fundamental para la ética y la deontología de la práctica médica.
Juramento hipocrático en un manuscrito bizantino (copiado en forma de cruz) 


Pero volvamos a la historia de la psiquiatría, o mejor dicho, del pensamiento acerca de los padecimientos psíquicos. Aunque entre los romanos, las directrices son similares a las de los griegos, se producen algunos cambios:

Asclepíades de Bitinia, clasifica los trastornos sensoperceptivos

Asclepíades de Bitinia (124 a.C.), fue un médico griego que importa a Roma la medicina griega metódica.  Rechazó la teoría humoral de Hipócrates, pero añade un enfoque nuevo enfatizando el papel de las influencias ambientales, y propugnando un tratamiento humanitario a los pacientes. Fue el primero en distinguir entre alucinaciones, ilusiones y delirios, así como en diferenciar entre enfermedades mentales agudas y crónicas.




Areteo de Capadocia
Areteo de Capadocia, también griego ejerciente en la época imperial romana (30-90 d.C.) por su parte fue el primero en sugerir que las enfermedades mentales podían ser procesos normales exagerados, subrayando el papel de los factores emocionales y de la personalidad prepsicótica (siendo esta una observación muy brillante para la época).



Sorano (120 d.C.) revisó y amplió la clasificación hipocrática de los trastornos mentales, incluyendo en ella la histeria y la hipocondría (relacionando la primera con trastornos uterinos y la segunda como base en el hipocondrio).

Y finalmente llegamos a Galeno de Pérgamo (130-200 d.C.) que realizó una labor de síntesis de los conocimientos existentes, y dividió las causas de los trastornos psíquicos en orgánicos (como lesiones craneales, alcoholismo) y mentales (temores, contratiempos económicos, desengaños amorosos). Galeno sostenía que la salud psíquica dependía de la armonía adecuada de las partes racional, irracional y sensual del alma.
Galeno en una litografía delsiglo XIX, de Pierre Roche Vigneron


Sin embargo, con la caída del Imperio Romano y la inmersión de Europa en la Edad Media, los postulados científicos y humanitarios de la cultura griega (y después latina) solo persisten en la cultura árabe. 

Bagdad, capital del califato abasí


Fue en Bagdad, capital del califato abasí,  donde se estableció el primer hospital mental en el año 792. La figura más sobresaliente fue Ibn Sina (980-1037) que nosotros conocemos como Avicena.