domingo, 27 de abril de 2014

El poder curativo de las FLORES… y de la POESÍA


Los narcisos a la orilla de un río


No voy a referirme en esta notita al uso de remedios florales como terapia natural, aunque todos sabemos que las flores tienen el poder de hacernos esbozar una sonrisa y regalarnos una fragancia. 

La revista “Psychiatric Times” publica un artículo en el mes de abril, bajo el título “Daffodils as Antidepressants”, esto es “Los narcisos como antidepresivos”.  La autora del artículo, Sharon Packer en realidad hace una reflexión sobre el efecto que la naturaleza (y más concretamente estas flores, los narcisos, tan típicas de la primavera inglesa)  puede ejercer sobre las emociones. Y yo añadiría, el poder curativo de la poesía, el alivio que un maltrecho ánimo puede experimentar con la cadencia y la evocación de algunas palabras.
 
Narcisos contra la depresión
El poeta Wordsworth, pintado en 1798 por Shuter







El artículo en cuestión trata pues de un poema "Daffodils" del escritor británico William Wordsworth (1770- 1850) uno de los más importantes poetas británicos ingleses. En 11804 escribió:






                       "Erraba solitario como una nube
                       sobre valles y colinas,
                       que flota en las alturas
                       cuando de pronto ví una muchedumbre
                       una hueste de dorados narcisos:
                       junto al lago,
                       a la sombra de los árboles,
                      
 estremeciéndose y bailando con la brisa

                        Reunidos como las estrellas
que brillaran y parpadean
en la Vía Láctea durante el verano
poblaban una orilla junto al agua
dibujando un sendero ilimitado.
Diez mil narcisos se me ofrecían a la vista
moviendo sus cabezas danzarinas.

También las olas danzaban a su lado
pero ellos mostraban una mas viva alegría.
¿Cómo, si no feliz, será un poeta
en tan clara y gozosa compañía?
Mis ojos se embebían,  ignorando
cuanta riqueza suponía aquel prodigio.

Porque a menudo
tendido en mi lecho,
pensativo o con ánimo cansado,
vuelven con brillo súbito
sobre ese ojo interior
que es la felicidad del hombre solitario.
Y mi pecho recobre su hondo ritmo
y baila una vez más con los narcisos. 




Este poema de Wordsworth es uno de los más leídos en lengua inglesa. Sus palabras aliviaron la profunda depresión que sufría el filósofo John Stuart Mill (1806-1873) máximo exponente de los planteamientos éticos de lo que se ha llamado “el utilitarismo”. La formulación más famosa de Mill se conoce como el “principio de la mayor felicidad”. Esto es, sostiene que uno debe actuar siempre con el fin de producir la mayor felicidad para el mayor número de personas, dentro de la razonable. Mill distingue además entre felicidad y satisfacción.

El filósofo John Stuart Mill

Pero volvamos a los narcisos de Wordsworth, su visión naturalística también influyó en los responsables y superintendentes de los asilos para alienados ingleses, que dotaron a éstos de parques y paisajes tranquilos.

Es evidente además, que el poeta utiliza su evocación de algo agradable y placentero en sus momentos de desánimo o desazón. Es decir, le saca partido a sus recuerdos y se alivia en el regocijo del renacimiento de la naturaleza.

De igual forma, se intenta que las personas con padecimientos de ansiedad como el estrés postraumático utilicen las “visualización” de elementos agradables, positivos y tranquilos para contrarrestar los pensamientos y recuerdos dolorosos.

Los diez mil narcisos danzando a la orilla del río


Un dato más,  tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 en la ciudad de Nueva York, se plantaron más de diez millones de narcisos alrededor de la ciudad, serpenteando de barrio en barrio, en busca de esas motas de oro. Para aliviar la tristeza de la ciudad tras la tragedia de las Torres Gemelas, el alcalde en 20007 otorgó a los narcisos la categoría de flor oficial de la ciudad, aunque sin nombrar al poeta Wordsworth.

Narcisos en Central Park en Nueva York...
y en toda la ciudad



La autora del artículo, que más o menos explico, concluye que en esta época en que practicamos “la medicina basada en la evidencia” los informes anecdóticos de casos únicos son poco convincentes. Pero yo no dudaría que para el poeta Wordsworth la visión y el recuerdo de los narcisos fue curativa, y para el filósofo Mill, lo fue la evocación a través de las palabras del poema.

Y desde luego, no parece que tengan efectos adversos.

El poema, leído por el actor Jeremy Irons







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